Linda Bimbi
en Peuples/Popoli/Peoples/Pueblos, n.ro 2 (septiembre 1983)
Cuando se hizo pública, la investigación acababa de pasar su fase de sistematización, pero los factores que constituían su metodología específica estaban claros:
1. – Nicaragua se caracteriza por rápidas transformaciones estructurales e institucionales a las que no se pueden aplicar las categorías válidas para situaciones más estables, con un pasado cuyos componentes y variables son bien conocidos.
2. – Nicaragua está sometida a fuertes presiones y condicionamientos exteriores.
3. – Nicaragua es un símbolo, objeto de expectativas y prejuicios que hacen precario el equilibrio entre reportaje, interpretación y objetividad. Se trataba y se trata de reinventar una metodología de investigación para los pueblos emergentes.
El momento público de la investigación, es decir, el seminario, se precipitó por la urgencia de ciertas aclaraciones: mientras Nicaragua arde, no podíamos esperar a que nuestra investigación estuviera bien madura para organizar un debate destinado a tener repercusiones en la opinión pública. En efecto, existe un conflicto entre la ocasionalidad y el carácter sistemático del debate político sobre el que hemos querido intervenir, para escapar de la ocasionalidad y postular sistemáticamente una lectura de los hechos. No se puede seguir leyendo desde Europa, con los métodos seguidos hasta ahora, la historia de pueblos muy diferentes en cuanto a cultura y proyecto histórico. En realidad, les hemos forzado a entrar en los esquemas preformados de nuestra crónica y nuestras ideologías, y urge crear nuevos puntos de referencia válidos. El seminario fue un intento en este sentido, pero sobre todo fue el inicio de experiencias y reflexiones que deberían reformular precisamente la metodología de la información.
Las distintas investigaciones se dividieron en otras tantas mesas redondas, compuestas por becarios internos del proyecto y observadores externos. Cada panel estuvo coordinado por un periodista especializado en el tema. Los temas abordados fueron la educación, la salud, la influencia de las opciones económicas en los modelos culturales, las cuestiones relativas a la mujer, las expresiones artísticas, la presencia de los cristianos en la revolución y, por último, los aspectos político-institucionales, es decir, la cuestión de la democracia. Los participantes nicaragüenses fueron Ernesto Cardenal Ministro de Cultura, Carlos Tünnermann Bernheim Ministro de Educación, Carlos Argüello Gómez Viceministro de Justicia, la poetisa Michèle Najlis de AMNLAE. El director nicaragüense Ramiro Lacayo, impedido en el último momento por motivos de salud, fue sustituido brillantemente por el venezolano Fernando Birri, que organizó proyecciones y debates de gran interés cultural y político.
El debate nunca adquirió un tono apologético, aunque el inesperado público de simpatizantes que abarrotaba la Protomoteca del Capitolio dificultara en algunos momentos un verdadero examen en profundidad. Sin embargo, se intentó llegar al fondo de la naturaleza del sandinismo, las líneas estratégicas e ideológicas de la alfabetización y la postalfabetización, las transformaciones culturales y los choques entre lo viejo y lo nuevo, y la naturaleza de la poesía “exteriorista”, que según Cardenal, por ser coloquial y capaz de implicar activamente al pueblo, es la única forma adecuada para cantar la revolución. Se han expuesto los problemas y debates surgidos en los talleres de poesía, los “talleres”, la cuestión indígena (muy espinosa) y la de la mujer, todavía algo ambigua pero con perspectivas de abrirse mediante empujes procedentes de las bases y que son bien recibidos en el ámbito de la legislación. Por supuesto, el tema más candente fue la última mesa redonda, sobre instituciones y democracia. De hecho, todas las revoluciones de nuestro siglo han encontrado su “punto de inflexión” cuando, enfrentadas a graves situaciones de emergencia objetiva, consideraron necesario adoptar una lógica de dos pasos: primero derrotar a los enemigos internos y externos y después avanzar en la construcción de la nueva sociedad y el nuevo Estado. Así, muy a menudo las amenazas y las agresiones han servido para acentuar las características autoritarias y hacer perecer un verdadero proyecto de democracia. Investigación, experiencia y debate se articularon así en esta última mesa redonda en momentos también muy dialécticos sobre el funcionamiento del Consejo de Estado, sobre las leyes relativas a los partidos políticos, sobre el estado de emergencia, sobre las iniciativas de los “comités de defensa sandinista”, sobre las posturas de la Junta en política internacional. El viceministro de Justicia, Carlos Argüello Gómez, que presidió la mesa redonda, insistió en que desde el principio los responsables de la revolución pretendieron cambiar a los hombres antes que las leyes. Esto explicaría por qué, con muy poca gente preparada y entre los pocos un buen porcentaje sensible a las sirenas (altas ganancias y más comodidad) que suenan desde Miami, aún no han cambiado el código de procedimiento penal, a pesar de que la aplicación es dúctil y adaptada a la nueva realidad; en cambio, han abolido la constitución somozista y la pena de muerte. En cuanto a los tribunales especiales, funcionaron al principio para los 6.000 guardias somozi, pero no se impuso ninguna pena de muerte y las penas máximas fueron de 30 años para los más comprometidos. En mayo de 1980 se cerraron estos tribunales, que se reabrieron en mayo de 1983 al agravarse la agresión exterior. El debate se animó en torno a la cuestión de las leyes de excepción; Argüello argumentó que en Nicaragua sigue aplicándose la legislación normal, mientras que el estado de excepción es un instrumento para casos excepcionales. Todas las comisiones de derechos humanos que han visitado Nicaragua reconocen que no hay personas detenidas sin juicio. Si se cometen injusticias, se reparan. Argüello conoce más de mil casos de reparaciones que han sido resueltos positivamente por la Comisión de Derechos Humanos.
El debate se acaloró sobre la cuestión del pluralismo político: la ley de partidos políticos se está estudiando en el Consejo de Estado y debe garantizar la posibilidad de expresión en los periódicos y los medios audiovisuales de masas; todos los partidos estarán presentes en el Consejo de Estado y podrán competir por el poder siempre que sean antiimperialistas y antisoviéticos.
También hubo un animado debate sobre política internacional: por parte nicaragüense, se argumentó que Nicaragua estaba mucho más alineada con Perú que con Cuba en las votaciones de la ONU.
La impresión general que se desprende de esta última mesa redonda es que hay que informarse mejor, estudiar más, conocer las pequeñas reformas que vienen de abajo, evaluar el peso de los errores en relación con la excepcionalidad absoluta del intento de una revolución asediada por Occidente y Oriente y que quiere expresar su pequeña pero profunda originalidad. La lectura ideológica de los hechos es absurda: los pueblos que hacen la historia disponen de recursos imprevistos y ricos en implicaciones humanas y políticas que no encajan en nuestros esquemas y que hay que captar con delicadeza, aplicación y atención, para liberar a los hombres de la pesadilla de la inevitabilidad de los destinos prefijados. La dependencia de uno de los dos bloques y de los modelos importados no sería tan fatal para los pueblos del Sur si los trabajadores de la cultura y la información en Europa estuvieran dispuestos a revisar las metodologías de enfoque y las pautas de interpretación.
en: Peuples/Popoli/Peoples/Pueblos, n.ro 2 (septiembre 1983)