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La ofensiva contra el sistema de la ONU

    Léo Matarasso

    en Peuples/Popoli/Peoples/Pueblos n.ro 7 Novembre 1985

    Cuando el 4 de julio de 1976 se proclamó en Argel la Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos, por iniciativa conjunta de nuestra Liga y de la Fundación para los Derechos y la Liberación de los Pueblos, un preámbulo de la Declaración recordaba el contexto histórico en el que se emitió. Señalaba, entre otras cosas, que vivíamos en: “…tiempos en los que las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos hasta la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, expresaban la búsqueda de un nuevo orden político y económico internacional. ”

    Esto demuestra el papel que los autores de la Declaración reconocieron a las Naciones Unidas.

    Desde entonces, este papel ha seguido manifestándose. Pero ahora hay una ofensiva general, principalmente de los Estados Unidos de América, contra el sistema de la ONU. Esta ofensiva se ha manifestado en dos ocasiones recientemente:

    1) Estados Unidos simplemente se ha retirado de la UNESCO. No hace falta recordar que el objetivo de la UNESCO es “contribuir a la paz y a la seguridad promoviendo, mediante la educación, la ciencia y la cultura, la colaboración entre las naciones a fin de fomentar el respeto universal a la justicia, los derechos humanos y las libertades fundamentales”.

    Que una gran potencia abandone una importante organización internacional por estar insatisfecha con su funcionamiento, aunque esté dotada estatutariamente de todos los órganos de decisión y control, parece una deserción inadmisible que sienta un peligroso precedente.

    2) Los propios Estados Unidos de América se han retirado recientemente del procedimiento ante la Corte Internacional de Justicia en el litigio planteado por Nicaragua.

    No es este el lugar para entrar en los detalles de este caso, pero queremos señalar que, en una sentencia del 26 de noviembre de 1984, el Tribunal se declaró competente y aplazó el caso a una fecha posterior para el examen del fondo.

    El 18 de enero de 1985, tras un largo periodo de incertidumbre, el gobierno estadounidense decidió retirarse del procedimiento. El portavoz del Departamento de Estado justificó esta decisión en términos que suponen una afrenta al tribunal internacional. Dijo: “Durante la última década o más, hemos visto en las Naciones Unidas cómo las organizaciones internacionales se han politizado cada vez más en contra de los intereses de las democracias occidentales. Sería una tragedia que esas tendencias envenenaran la Corte Internacional de Justicia.

    Tales afirmaciones son inconcebibles, dado que la decisión del Tribunal de 26 de noviembre de 1984 se adoptó por quince votos contra uno (el del juez americano) en lo que respecta a la competencia, y por unanimidad en lo que respecta a la admisibilidad de la demanda.

    Estas deserciones, estas amenazas apenas veladas contra el sistema de la ONU, son motivo de preocupación.

    Sería fácil citar otras declaraciones de funcionarios estadounidenses, a menudo oficiales, dirigidas contra el sistema de la ONU en general.

    Por supuesto, las Naciones Unidas son una reunión de Estados y sabemos que la originalidad de nuestra Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos es que reconoce a los pueblos como sujetos de derecho. El hecho es que las Naciones Unidas son un gran foro internacional donde la voz de los pueblos puede ser escuchada. Todo lo que la debilite, en estos tiempos de tensión y carrera armamentística, es una grave amenaza para la causa de los pueblos y la paz.

    Matarasso, Léo

    en: Peuples/Popoli/Peoples/Pueblos n.ro 7 Novembre 1985

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