Georges Kiejman
en Hommage à Léo Matarasso, Séminaire sur le droit des peuples, Cahier réalisé par CEDETIM-LIDLP-CEDIDELP, Février 1999
Georges Kiejman, que compartió con Léo su despacho de abogado de la calle Tournon durante más de treinta años, no pudo asistir a nuestra jornada de homenaje del 26 de febrero de 1999. Su testimonio nos llega a través de la carta que escribió a Vera Feyder, en respuesta a su texto, y que ella le pidió que completara con una aportación personal, teniendo en cuenta el casi medio siglo que pasaron juntos, desde aquel día de octubre de 1960 en que, siendo un joven abogado, Georges Kiejman vino a pedir “asilo” profesional al hombre cuyas altas capacidades y compromiso político ya admiraba.
Querida Vera,
Has dicho tanto sobre la generosidad de Leo que no sé qué más puedo decir.
Sabes que siempre lo consideré como una especie de hermano mayor, al que había que evitarle algunas preocupaciones materiales indignas, que ni siquiera le importaban. Pero no puedo añadir nada a lo que has dicho.
Leo era para mí una presencia cotidiana, familiar y tranquilizadora, que sabía reducir todos los problemas que encontraba a la medida de su sabiduría personal.
Pero soy, al igual que él, incapaz de escribir en una página blanca. A lo mejor hubiera podido, en la tristeza del momento, reaccionar frente a un micrófono.
Estuve con Leo como con Mendès France, después de que fueron artesanos activos de la historia.
No participé en el funcionamiento de la Liga de los Derechos de los Pueblos y, por tanto, sólo fui una sombra conocida sin poder dar un testimonio decisivo. Linda Bimbi es perfecta en este sentido.
No creo que sea muy importante, y además no hace falta decirlo, saber que al igual que tú yo lo he querido mucho.
Si estuviéramos en el contexto de una conversación íntima (y no de un homenaje oficial) no resistiría el impulso de corregir ligeramente el retrato hagiográfico que haces de él recordando que Leo, dispuesto a sacrificar su tiempo e incluso su vida por los pueblos, no se dignaba a menudo a inmiscuirse en las dificultades de simples mortales aunque fueran sus parientes.
Su grandeza consistía en pensar hacia arriba sin mirar nunca hacia abajo.
Pero todo esto no puede decirse sin que suene a crítica de alguien que, como usted bellamente ha señalado, no exigía nada a nadie y estaba, cuando se trataba de grandes causas, dispuesto a darlo todo.
Todo lo mejor para ti y por supuesto en memoria de Leo.
Kiejman, Georges, Avocat